miércoles, 28 de julio de 2010

ROMA: ESCULTURA Y PINTURA.

El retrato y el relieve narrativo.

7.1.- Características fundamentales de la plástica romana.

·         La escultura romana está vinculada a dos tradiciones principales: la griega y la etrusca.   De la tradición escultórica griega se adoptó la técnica, la concepción plástica y la temática. Al mismo tiempo se desarrolló una corriente clasicista (corriente escultórica con una fuerte idealización).
·         De la tradición funeraria etrusca se adoptó el marcado carácter realista de los retratos que se       acentuó por el sentido práctico de la cultura romana.
·         El artista trabaja para el estado, es un funcionario, de ahí que se mantenga el anonimato.
·         Utilizan todo tipo de materiales: mármol, bronce, terracota e incluso madera.

7.2.- Principales tendencias escultóricas.
Dos géneros son fundamentales: el retrato y el relieve, sin olvidar en este último campo, la importancia del relieve histórico.
·        El Retrato: proceden de la tradición funeraria etrusca. Se trata de una corriente escultórica bastante popular, que representa las imágenes fieles a la realidad, sin idealizar. Para acentuar el naturalismo se llegaron a utilizar incluso diversos materiales combinados. Este tipo de escultura fue muy utilizado por los aristócratas tanto en época republicana como en la época imperial, y todos ellos son un fiel reflejo de sus rasgos, su personalidad e incluso de ciertos aspectos anecdóticos como el peinado o la ropa de ese momento. El retrato de cuerpo entero refleja la categoría social del personaje: togatos (envueltos en toga), tocaratos (protegido con coraza), sedentes (muy propios de mujeres),....Los emperadores tenían además una serie de prerrogativas: retratos ecuestres, con “ imperio”, pretor, pontífice máximo, como héroe semidesnudo y un corona de laurel,...
§  Retrato de Augusto de Prima porta:
Con la llegada al poder de Augusto y el consecuente inicio de la etapa imperial, se impone un nuevo criterio a la hora de plasmar la imagen oficial del emperador. Por ello se considera necesario cambiar el tratamiento tradicional del retrato de la época republicana; se impone una plástica más clasicista de tradición griega, donde Augusto aparece con cánones y proporciones griegas, en composiciones en contraposto y con el rostro idealizado.
§  Retrato ecuestre de Marco Aurelio:
Los ejemplos de retratos ecuestres en actitud de revista militar (adlocutio) eran frecuentes tanto en época republicana como en la imperial, pero sólo nos ha llegado la escultura que representa a Marco Aurelio ( su conservación de debe a que fue confundido durante mucho tiempo con Constantino, primer legitimador del cristianismo lo que evitó su destrucción).
            Su influencia posterior fue muy importante en época renacentista: Colleone de Verrochio o el Gattamelata de Donatello.
Aunque este tipo de retratos tenían un fin propagandístico con carácter militar, en esta ocasión aparece retratado como un hombre de razón. No presenta atributos militares sino la toga de filósofo. El retrato psicológico está acompañado en esta ocasión por la actitud del caballo, que contribuye a transmitir la idea de poder sereno y sabio. El rostro de Marco Aurelio aparece sereno y algo idealizado y  por lo tanto equilibrado. Se trata ,pues, de un poder convincente, no violento: no conquista sino que convence.  Este equilibrio se manifiesta con la propia composición de la escultura, equilibrada y cerrada.
Esta obra se encontraba en la plaza de San Juan de Letrán, aunque, posteriormente, Miguel Ángel la trasladó a la Plaza del Capitolio. Fue realizada en bronce (técnica de la cera fundida) posiblemente hacia el 166 (S.II) para conmemorar su victoria sobre los partos.
§  Retrato de Constantino:
Con la llegada de la época bajo imperial se va abandonando el realismo característico del arte romano y se tenderá a afianzar el idealismo característico de la época medieval.
Este retrato realizado entre el 312 y el 315 formaba parte de una colosal estatua sedente de 2,60 mts de altura que presidía la cabecera de la Basílica de Majencio. Esta escultura fue realizada con distintos materiales: la cabeza de mármol, y el cuerpo de metal y estuco. Las distintas partes se unían mediante grapas.
Es un retrato serio, inaccesible, deshumanizado, hierático, etc.  propio de una representación simbólica del poder. Los retratos dejaran de ser individualizados para constituirse en símbolos del poder imperial. En este caso además hay que añadir un carácter espiritual que le otorga su influencia cristiana, que lo convierte en un ser por encima de los demás hombres, muy próximo a la sacralización.
Este tipo de retratos servirán de patrón y modelo a la estatuaria bizantina y medieval, lejanas del realismo romano y más proclives a la magnificencia de los símbolos.
§  Dama de la Permanente:
Representa a una dama patricia, posiblemente a Vibia Matidia, sobrina de Trajano, y fue realizada a finales del S. I (95).
·        El Relieve Histórico: posee un significado histórico- narrativo y se vincula al marco de las construcciones conmemorativas. Reproduce las hazañas de los promotores con un sentido propagandístico, para que el pueblo conozca y admire las hazañas de sus gobernantes. La tradición procede de las culturas orientales de Asiria y Babilonia. Características:
§  El relieve romano tiene un efecto pictórico, de influencia helenística y utiliza para ello el alto, medio y bajo relieve.
§  Las composiciones alcanzan una gran densidad, prestándose especial atención al paisaje y a lo pintoresco.
§  Gran ritmo compositivo, logrando proporcionar a la composición una gran movilidad gracias a la variedad de actitudes de los personajes y a la riqueza gestual.
·        Relieves del Ara Pacis: Se trata de una obra realizada en el S.I a. C. para conmemorar las victorias de Augusto en Hispania y la Galia. En este altar, situado en el Campo de Marte, los sacerdotes de Roma, magistrados y vírgenes vestales debían hacer un sacrificio anual.
   Se trata de un pequeño altar a modo de templo rectangular, con al ara en el centro a la que se accede mediante una escalera y rodeado por un recinto murado con dos entradas (Este y Oeste originalmente): la principal para los oficiantes y la posterior para las víctimas.
   El conjunto escultórico se distribuye del siguiente modo:
·                     Los frisos externos con el desfile procesional en el que se representa a toda la familia imperial acompañada por las dignidades más importantes de la ciudad de Roma ( Augusto presidiendo el cortejo y seguido por su familia, mecenas, amigos, .miembros del Senado, sacerdotes, magistrados, vestales, etc.) De camino al sacrificio que honra la Pax y a sus dioses Jano y Pax (al primero un carnero y al segundo dos bueyes). Estos frisos superiores están compuestos según el modelo de las Panateneas, manifestando una clara influencia griega, tanto en la composición como en la ejecución.
·                     Presenta un técnica narrativa clara, con un rotundo realismo y con distintos niveles de relieve para indicar la perspectiva (alto, medio y bajo relieve). Las actitudes de los personajes son muy variadas, creando un ritmo compositivo dinámico pero ordenado a pesar de la gran cantidad de personajes. La plasticidad del relieve es muy elegante y solemne.
·                     Los cuatro relieves alegóricos que flanqueaban las puertas.
·                     El zócalo corrido externo, con roleos y acantos: en esta parte inferior se representan varias formas vegetales y frutales (guirnaldas con espigas de trigo, higos, peras, uvas, etc.); también roleos (motivos vegetales enrollados) con sus calículos, florones, palmetas, hojas, flores, etc., sin faltar los bucráneos, muy importantes en este contexto pues el sacrificio a la Pax era de dos bueyes. Todo con cierto abigarramiento compositivo que nos hace pensar en el horror vacuii.
·                     El friso interno, con bucráneos y guirnaldas.
ü  Columna Trajana: Obra realizada en el año 113 por el emperador Trajano para conmemorar su victoria sobre la Dacia y como mausoleo para albergar su tumba. Los relieves que decoran el fuste se hallan dispuestos en un espiral y representa la conquista de la Dacia.
Presenta un excepcional tratamiento plástico con un gran efecto pictórico. Además se pone de manifiesto el sentido realista y narrativo de la escultura romana, ya que presenta una visión bastante verídica de la topografía en la que se desarrollan los acontecimientos, y un estudio muy aproximado de las gentes que participaron en los hechos tanto del ejercito romano como de los bárbaros contra los que lucharon.
ü  Relieves del Arco de Tito: Se trata de dos paneles que decoran el intradós de la jambas del Arco de Tito. Representan la entrada triunfal del Emperador tras la victoria sobre los judíos y la toma de Jerusalen. El relieve se presenta en tres planos para captar mejor la ambientación espacial.


LA PINTURA ROMANA

1.1. Fuentes para el estudio de la pintura romana
               
                La zona vesubiana se considera la fuente arqueológica más importante para el estudio de la pintura romana desde el s. II a.C hasta el 79 d.c., fecha de la erupción volcánica.
                La pintura de los siglos II al IV d.C. está bien representada por los hallazgos de la ciudad de Ostia, cuyos edificios fueron abandonados entre la tardoantigüedad y el medievo y fueron recubiertos de forma progresiva por los limos y fangos del Tíber.
                Los restos de la ciudad de Roma no presentan una continuidad en el tiempo, por lo que es difícil seguir un desarrollo semejante al de la zona vesubiana y la ciudad de Ostia.
                               En relación a las fuentes escritas, es Vitrubio el autor que nos trasmite la información más completa, relacionada sobre todo con la técnica, dedicando a la pintura el libro VII de su obra De Architectura.

1.2. Los orígenes de la pintura romana

Solamente nos es conocida a través de las referencias de las fuentes escritas y las primeras noticias se remontan al siglo IV a.C. Las fuentes nos señalan que se debieron realizar sobre placas de cerámica como en otros lugares del mundo etrusco

1.3. Los estilos pompeyanos

A. MAU clasificó la pintura pompeyana en cuatro estilos. La elección de los colores, las líneas, las composiciones y la articulación del muro en campos verticales y horizontales depende de la amplitud de la estancia, de su función, de la luminosidad, de la extensión de la pared, de la decoración del techo y del pavimento. En definitiva la pintura, en época romana, guarda una estrecha relación con la arquitectura.
- I estilo o estilo de incrustación.
- II estilo o estilo arquitectónico.
- III o estilo ornamental.
- IV estilo  o estilo  fantástico.
Esta división se ha mantenido hasta nuestros días, aunque han sido numerosas las revisiones, que han introducido profundas variantes a este primer análisis, que se mantiene vigente en algunos aspectos.

a) El I estilo ;
 No es un estilo propiamente pictórico, ni específicamente romano, sino helenístico. Se debe considerar  como una variante regional de un estilo difundido por el Mediterráneo desde el s. V a.C.
Se trata de la representación de la estructura mural mediante estuco en relieve y pintado. Un zócalo, generalmente de color amarillo, la zona media formada por ortostatos violetas, amarillos, verdes o imitando mármoles, generalmente granito o alabastro y una zona superior con hileras de sillares a soga y tizón que también imitan mármoles de distintas variedades; todo ello rematado por una cornisa de estuco. A veces todo este sistema arquitectónico está inserto en un orden de pilastras o columnas dóricas que dan el aspecto del muro de fondo de un pórtico.
Aunque durante mucho tiempo se mantuvo la idea de que el primer estilo pompeyano no llegó a conocer las representaciones figuradas, nuevos descubrimientos han demostrado todo lo contrario. El
Su periodo de mayor esplendor y popularidad oscila entre el s. II y comienzos del s. I a.C., si bien se encuentran paredes decoradas con este estilo en años posteriores, sobre todo en tumbas y templos, quizás para dar un aire de solemnidad y reafirmar los viejos valores relacionados con los conceptos.

b)La pintura del periodo tardorrepublicano.IIestilo:
La pérdida de relieve y la reproducción únicamente con pintura de las decoraciones más elaboradas del I estilo, desembocan en la creación del II estilo. Su estructuración se caracteriza por presentar una zona baja formando un podium, que a veces presenta rodapié, una zona media con ortostatos y sillares almohadillados, que mediante trazos de iluminación y sombra producirán relieve ficticio y una zona superior con hiladas de sillares o aberturas ficticias que dejarán ver arquitecturas lejanas. Todo ello está surcado por elementos arquitectónicos que configuran el espacio pictórico.
El II estilo se documenta hacia el año 100 a.C. en la Casa de los Grifos de Roma, es una producción muy compacta que se diferencia claramente de la producción pictórica de la época anterior y de la siguiente. En líneas generales sus principales características son la representación de complejas arquitecturas reales, con introducción de la perspectiva y de las megalografías y la importancia que adquieren las imitaciones de mármoles y piedras semipreciosas siempre ejecutadas con gran realismo. Resumiendo podemos afirmar que; la novedad del II estilo es la aparición de la perspectiva que permite distinguir numerosos planos ficticios; en una segunda etapa aparecen las puertas, la figura humana y las megalografías.
 Hacia el año 40 a. C. aparecen nuevas tendencias que se manifiestan en el deseo de convertir el espacio real en imaginario y amplios paisajes mitológicos que se insertan en el muro. Las formas arquitectónicas, hasta el momento realistas, se simplifican e idealizan y así las pilastras se transforman en soportes decorados de motivos florales y a veces se reemplazan por atlantes y cariátides. Por lo tanto, lo que se observa es una progresiva aparición de arquitecturas reales que se van estilizando para acabar convirtiéndose en fantásticas. La Casa de Livia y la Casa de Augusto son los ejemplos más significativos de este periodo y en ellos se observan ya muchas de las características del III de los estilos. 
Por lo que se refiere a los techos y bóvedas del II estilo conservados en la actualidad. Observamos techos abovedados con casetones estucados. Este sistema procede de la imitación de techos casetonados de madera. De singular belleza es el techo abovedado de la Casa de Augusto del Palatino.

c)La pintura de época augustea y jul8io-claudia. IIIestilo:
En la evolución de la articulación decorativa en el II estilo se observa una clara tendencia a la aparición de los sistemas cerrados que será la característica esencial del III estilo, cuyo testimonio más antiguo es la pirámide de C. Cestius de Roma. Pero el paso del II al III estilo no se produce de manera tajante, sino que entre los años 30-20 a.C. existen los denominados estilos de transición  que se manifiestan en dos claras tendencias: el estilo candelabro en el que se observa una desintegración progresiva de los elementos mientras por otro lado se observa otra con cierto conservadurismo.
En líneas generales se puede afirmar que el III estilo se caracteriza por la reducción de las formas arquitectónicas a simples elementos lineales que subdividen la pared, se renuncia al realismo de las arquitecturas a favor de los recursos meramente ornamentales.
Los comienzos del III estilo se manifiestan sobre todo en la pirámide de C. Cestius de Roma (fig. 9) donde se observa la división de la pared mediante bandas que encierran candelabros, motivo éste que se sitúa donde antes figuraban columnas y pilastras.
En el segundo tercio del s. I d.C. se data el periodo de madurez del III estilo, cuyas características son la división del muro en elementos independientes y transformación de la zona superior que pasa de sutiles arquitecturas a otras más pesadas.
En resumen lo que se observa en la evolución es una desaparición progresiva de las arquitecturas y sus elementos que son sustituidos por otros decorados con un rico repertorio ornamental que se mantiene durante todo el III estilo y al final parecen retomarse las arquitecturas manteniéndose los elementos ornamentales que darán lugar a las arquitecturas ficticias y fantásticas del IV estilo.
El III estilo mantiene, introduciendo numerosas innovaciones, la división del muro en tres zonas, zócalo, zona media y superior, cada una de ellas se articula en distintos esquemas decorativos que reciben diferentes ornamentos.
La compartimentación del zócalo sigue la de la zona media mediante distintos elementos verticales. La decoración puede ser geométrica con dibujos lineales de rectángulos, rombos, cuadrados y círculos que reciben distintos elementos decorativos (rosetas, máscaras, aves....); con el tiempo las líneas se vegetalizan y se convierten en guirnaldas; también puede ser figurada incluyendo naturalezas muertas, escenas de caza, paisajes, horti conclusi...
Por lo que se refiere a la zona media la característica esencial es la existencia de un edículo central que se mantiene constante a lo largo de todo el periodo. Los elementos heredados de las arquitecturas del II estilo sufren un importante cambio de ornamentación y así las columnas se adornan con todo tipo de motivos vegetales e incluso se le añaden objetos tales como instrumentos musicales, máscaras, etc. y pueden ser sustituidas por una gama variadísima de candelabros: vegetales, imitaciones de modelos metálicos, tirsos, trípodes, constituidos por la superposición de diferentes elementos (vasos, máscaras, pájaros....) o vasos de los que nacen tallos vegetales en forma de obelisco.
El edículo central enmarca generalmente un cuadro figurado y los paneles laterales pueden estar decorados también por pequeñas viñetas (paisajes, figuras volantes, pájaros) y están encuadrados interiormente por líneas dobles o triples.
En la zona superior, las sutiles arquitecturas de las fases iniciales se reducen a figuras geométricas decoradas con el típico repertorio ornamental del III estilo que inunda todas las zonas de la pared: pinakes, vasos de diferentes tipos, aves, tirsos, objetos colgantes....

d) La pintura de Nerón a los Flavios. El IV estilo.
El último de los estilos fue interpretado por A. MAU como la manifestación de una decadencia en la pintura. Los estudios más recientes presentan al IV como una brillante síntesis, producto de la elaboración de todos los temas anteriores.
Existen dos corrientes en torno al inicio del IV estilo, la primera lo fecha después del terremoto del 62 d.C. y la segunda antes de éste.
K. Schefold es quién encabeza la primera corriente. Para este autor el 62 d.C. es una fecha muy importante ya que se restauraron gran número de casas. Según esta teoría Nerón es el creador y Fabullus el pintor. Ambos imprimieron a la pintura la exhuberancia barroca, expresión del universo fantástico del emperador y plasmada en la Domus Aurea.
La segunda corriente fue instaurada por A. Mau, quien consideraba que el IV estilo comienza antes de la catástrofe. Como se corrobora con datos arqueológicos.
El IV estilo no puede considerarse como un fenómeno uniforme. Tiene diferentes expresiones que no hacen más que ampliar la gama de posibilidades que ya ofrecía el III estilo final.
Actualmente el IV estilo, no se concibe como una serie de etapas cronológicas con características peculiares, sino como un estilo heterogéneo en el que se resumen los temas y motivos de la pintura mural, pero en el que aparecen nuevas decoraciones que permiten su individualización. Esta coexistencia de diferentes tipos compositivos se comprueba en ciertas casas cuyas pinturas son atribuibles a un mismo taller y ejecutadas en un mismo periodo. Aunque esta diversidad puede ser consecuencia de un incremento de la actividad pictórica en este período
El IV estilo es una mezcla entre lo viejo y lo nuevo y si por un lado es tradicional en su repulsa a abandonar formas del pasado, por otro es innovador en su interés por las preferencias artísticas y domésticas de aquellos para los que se pintaba.
En su simultánea multiplicidad de formas basadas en la eficiencia con la que servían demandas funcionales, físicas y personales el IV estilo podría considerarse la más típicamente romana de todas las fases de la pintura romana
Las antiguas clasificaciones cronológicas y la presunción de que las composiciones del IV estilo eran de carácter arquitectónico, han dado paso a la investigación de los diversos esquemas compositivos en las que se manifiesta el último de los estilos pompeyanos. El autor que con mayor profundidad ha tratado este tema es W.J.Th. Peters  que observa distintos tipos de composiciones debidas a la combinación de elementos tomados del II y del III estilos y de nuevos motivos. Realizando combinaciones de lo nuevo y lo viejo se lograron un número enorme de posibilidades compositivas que pueden agruparse en varios tipos:
- Representación de scaenae frontes más o menos abiertas y concebidas como un todo.
- Paredes en las que algunos paneles están concebidos como si tuvieran delante tapices o cortinas.
- Paredes en las que una parte constituye una unidad compositiva y la otra parece un añadido, como son las scaenae frontes alternando con paneles lisos.
- Combinaciones de campos o paneles con estrechas perspectivas derivadas de las scaenae frontes.
- Decoraciones simples de paneles con o sin interpaneles.
Resumiendo estos tipos compositivos encontramos sistemas abiertos y cerrados parcial o completamente. Aquí es donde se observa el gusto ecléctico de los romanos que complica la distinción entre grupos y entre trabajos de distintos talleres. W.J.Th. Peters concluye su estudio indicando que la variedad compositiva existente en el IV estilo impide una subdivisión en fases, basadas en cambios de sistemas.
Tras el estudio de las diferentes pinturas del IV estilo pueden establecerse algunas características generales.
En la ornamentación del zócalo se observan diferentes tipos, macizos vegetales que alternan con especies animales, fundamentalmente aves o escenas de caza;  figuras geométricas que se adornan con un rico repertorio ornamental en el que destacan las cenefas caladas propias de la época; pequeños edículos y personajes que ejercen el papel de atlantes; con el regreso a las formas geométricas se retoman también los podia  con elementos salientes o entrantes y los opera sectilia  de mármoles de diferentes variedades.
La predela entre el zócalo y la zona media se sigue manteniendo, generalmente ligada a las paredes en las que las arquitecturas ficticias juegan un importante papel.
La zona media también se resuelve de diferentes formas. En algunos casos se disponen grandes edículos y ventanas, en otros los edículos están desdibujados y a su lado se sitúan aberturas en las que se observan pequeñas arquitecturas aéreas; en las paredes de mayor categoría se disponen scaenae frontes  de teatro en las que, en algunos casos, se incluyen los actores y finalmente un tipo más sencillo son los paneles planos que alternan con candelabros utilizados, a menudo, en las estancias secundarias.
En la zona superior se repiten los esquemas de la zona media y así encontramos edículos, aberturas laterales y scaenae frontes ; la novedad es la composición puramente geométrica que imita los casetonados y que también puede encontrarse en la zona media.

1.4. La evolución de la pintura en los siglos II, III y IV d.C.

Después del IV estilo, no existió un V. Hasta la antigüedad tardía existe una repetición más o menos simplificada de los esquemas creados en el s. I: imitaciones de mármoles, paneles divididos por candelabros figurados, repetición de un módulo floral, escenografías y megalografías.
Para explicar la inexistencia de nuevos estilos originales, algunos autores argumentan la falta de estímulos por parte de quienes encargaban las pinturas ya que las clases pudientes hacían adornar sus casas con mármoles, lo que produce la disminución de peticiones de pinturas de buena factura y en consecuencia la búsqueda de nuevas fórmulas. También la profesión de pintor pierde importancia, tal y como se observa en el Edicto de Diocleciano del año 301 d.C. en el que la valoración económica de los artesanos dedicados a la pintura es ciertamente baja.

1.5. La pintura funeraria romana

                Es interesante sobre todo por los temas figurados y su simbolismo.
                Aunque parezca extraño, la mayor parte de la iconografía funeraria, al menos durante la época altoimperial, no hace referencia a la muerte y al mundo del Más Allá. La mayoría de los temas son muy semejantes a los utilizados en la decoración de las estancias domésticas y debieron estar condicionados por los mismos factores, como las modas y los motivos disponibles en los repertorios de los artesanos.
Los temas representados pueden agruparse en distintas categorías:
                - La biografía ya sea mediante retratos del difunto o mediante la representación de las actividades desarrolladas por el difunto durante su vida. El tema del banquete, que ciertos autores incluyen como biográfico, ha sido también considerado como simbólico ya sea el banquete funerario o la referencia a los placeres del Más Allá.
                - Temas mitológicos que no se relacionan con la muerte, la tumba o la carrera del difunto. Muchos han sido los intentos de dar una explicación simbólica a la iconografía mitológica, así los personajes dionisiacos harían alusión al paraíso prometido a los iniciados tras la muerte, los erotes simbolizarían las almas del difunto, los monstruos marinos aludirían al viaje de las almas hacia la Isla de los Bienaventurados. Aunque sea imposible excluir este tipo de interpretaciones, hay que reflexionar sobre las aportaciones de otras fuentes como la epigrafía funeraria en la que no se encuentra ninguna referencia a la vida tras la muerte.
                - Entre los escasos temas claramente relacionados con el mundo funerario podemos citar las representaciones de los Campi Elysii donde llega la difunta en brazos de un erote. Esta escena se puede considerar única dado que explica claramente la esperanza de una vida en el Más Allá     

1.6. La pintura paleocristiana

La decoración pictórica de las catacumbas, al igual que la de los monumentos funerarios paganos, se basa en el intento de recrear la atmósfera de domus aeterna, por lo que los esquemas compositivos son semejantes a los que decoran los ambientes domésticos.
El espacio se organiza en tres registros, el inferior con imitaciones pintadas de placas marmóreas o elementos de jardines, el friso decorativo que recibe generalmente el ciclo iconográfico narrativo y la cubierta decorada con sistemas de relación continua con elementos vegetales y geométricos. El interior de los arcosolios y de los ábsides se decora generalmente con temas bíblicos.
El sistema compositivo empleado en las paredes de las catacumbas es el denominado sistema linear, característico de las pinturas de Ostia y de Roma de época antonina y severiana, en el que sobre un fondo blanco, bandas y líneas de colores verdes y rojos dibujan distintos compartimentos que parecen imitaciones de simples arquitecturas y que albergan escenas de carácter esencialmente bucólico.
Además de este sistema linear también es característica de las catacumbas la representación pintada de jardines en los que se sitúan personajes ya sean bíblicos o simples representaciones de los difuntos.
Algunos de los temas figurados proceden del repertorio pagano, si bien es evidente un cambio en el significado, aunque también persisten temas estrictamente paganos. Evidentemente la temática característica es la derivada de las narraciones de las Sagradas Escrituras.
Al margen de la procedencia de los temas iconográficos, podemos hacer un breve resumen sobre las características de los mismos:
- Escenas correspondientes a la vida terrenal de los difuntos entre las que debemos citar, aunque no son muy numerosas, las relacionadas con el martirio.
- Escenas de carácter bucólico que son la expresión de conceptos tales como quies, felicitas y tranquilitas y que sirven para representar la vida en el Más Allá.
- Escenas de banquete que ya son características en el mundo funerario pagano y que en el cristiano se relacionan con los ágapes y refrigeria del ritual funerario, aunque las características polisémicas del tema permiten ofrecer otro significados como el convite celeste, cuando el ambiente en el que se sitúan es ultramundano.
- Representaciones de oficios relacionados con el mundo de los obreros, los artesanos y los comerciantes que nos ofrece un interesante muestrario social. Entre ellos destaca la figura del fossor que ya encontramos en las pinturas más precoces (fig. 21).
- Escenas del Antiguo y del Nuevo Testamento de las cuales el conjunto más interesante proviene de los cubículos de las Catacumbas de S. Calixto.
Además de las escenas es interesante destacar también la presencia de cuatro personajes procedentes de la iconografía pagana con los consiguientes cambios simbólicos:
- La figura del buen pastor, cuyo origen iconográfico se sitúa en las imágenes de sacrificantes orientales, se carga de un nueo sentido cuando forma parte del vocabulario cristiano, atribuyéndole un significado bautismal, penintencial y salvífico.
- Junto a la imagen del pastor es necesario citar al pescador ya que juntos expresan el concepto de “paz en la tierra y en el mar”.
- La figura del filósofo, acompañado siempre por las musas en la iconografía clásica, adopta el significado de quien imparte doctrina y catequesis.
- Finalmente el orante que en el mundo pagano se relaciona con la pietas, representa la condición beata del difunto en el Más Allá.

                Evolución de la pintura romana-cristiana
En los primeros tiempos, las escenas se reducen a simples viñetas, tal y como se observa en la Catacumba de Pretextato. Durante el s. IV se recupera el gusto por las escenas narrativas con episodios bíblicos ordenados que suelen distribuirse en torno a la figura central de Cristo, como vemos en la Catacumba de los Santos Pedro y Marcelino. La segunda mitad del s. IV es testigo de la introducción de escenas teofónicas que ya se habían plasmado en los sarcófagos; los mártires y los difuntos se convierten en los protagonistas de los episodios narrados. Finalmente cuando los cementerios se convierten en centros de peregrinaje se inaugura nuevos temas decorativos, como las representaciones de los santos venerados que se sitúan a lo largo de los itinera ad sanctos.